A medida que las organizaciones adoptan la nube como infraestructura para sus aplicaciones, tanto para desarrollo como producción, aparecen nuevos desafíos porque la gama de aplicaciones se empieza a esparcir en múltiples entornos. Cada uno con sus interfaces, conjunto de herramientas, y entrega de aplicaciones de redes nativas y soluciones de seguridad. Esto afecta a muchas personas dentro de la organización —por ejemplo, NetOps, SecOps, desarrolladores de aplicación, DevOps— que tienen que manejar nuevas soluciones con variantes según el entorno de la nube y además prestar un servicio uniforme.
La planificación y la compra también son mucho más complejas porque, al haber múltiples entornos, tiene que adaptar las necesidades en cada una de las nubes y calcular el TCO, donde cada entorno tiene una estructura de costos diferente. Otro de los desafíos que hacer que las organizaciones tengan que adoptar soluciones para la nube es la operación más rápida y la necesidad de que los expertos no se estanquen. El desafío se hace más complejo a la hora de gestionar el rendimiento y la salud de las aplicaciones y además tener visibilidad cuando la gama de aplicaciones está distribuida en múltiples entornos sin un formato estandarizado ni con una herramienta que genere informes.